Nos aferramos a la idea de que todo podrá volver a ser cómo antes. Volver a dejarse llevar, a sentir, a alegrarte cuando recibes mensajes suyos, a compartir cualquier cosa que nos haya pasado, a conocernos sin tapujos. Aguantamos, unos días, unas semanas, unos meses... Pero, ¿Cuando se deja de aguantar esa situación que ya no nos hace felices?
Apostamos por alguien dejando pasar todo lo demás, dando portazos a otras oportunidades; porque nos compensa, o eso pensamos. Me preguntan: ¿Por qué apuestas por él? ¿Qué es lo que te engancha a seguir aguantando?. Muchos días no encuentro respuesta
Sin embargo, sé que algo me hace seguir, apostar, aferrarme y aguantar. No tengo la respuesta, no la necesito, me dejo llevar.
Y, ¿Cuánto tengo que esperar a volver a estar bien?
Será cuestión de tiempo y paciencia. Ese tiempo que no se tiene, no queremos tenerlo o simplemente lo desperdiciamos sin darnos cuenta (o dándonos cuenta sin querer asumirlo). Otra cosa no lo sé, pero paciencia me sobra, siendo consciente de que llegará un momento que esa paciencia desaparezca llegando al límite y destrozando todo por lo que ha apostado.
María Jené Conde
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